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giulia tamayo, según marcello reboani. tomada de la serie 'ladies for human rights'

Alfombra roja por Giulia Tamayo

Publicado: 2014-04-09

La mañana me sorprendió hoy con la muerte de Giulia Tamayo. Era el año 1984 cuando, como estudiante de derecho, llegué junto con Marcela Huaita, a trabajar de practicante al Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán. Giulia, Silvia Loli y María Isabel Rosas estaban a cargo de una oficina legal donde rebasaban los asuntos de mujeres: juicios de alimentos, juicios penales, proyectos de modificación del delito de violación –que era un delito entonces contra la moral y no contra la libertad sexual de la mujer-, debates en cuanto a los derechos reproductivos de las mujeres y el sempiterno tema de violencia de género. 

Giulia era la figura del nervio, cigarrillo en mano; de gestos ágiles como su mente, de discusión rápida e implacable que sin embargo no borraba su sonrisa, una sonrisa pícara que a pesar de la lejanía física nunca olvidó mi mente, una sonrisa con la que celebraba sus victorias políticas y judiciales, aquellas que también le valieron el exilio.

giulia,cigarrillo en mano

Nos cruzamos en el entrar y salir del país; no estuve en el momento en que partió para España, y solo oiría de ella misma el relato acerca de la investigación sobre los casos de esterilización a mujeres durante el régimen fujimorista, unos años después. Giulia batalló en muchos momentos sola y en ocasiones sin el apoyo de organizaciones con las que siempre había trabajado, fue acosada y perseguida por el aparato estatal de Fujimori hasta que finalmente tuvo que partir al exterior.

Recobrada la democracia, no volvió a instalarse en el país, el mundo la ganó para luchas por mujeres en otros continentes. Dejó sin embargo, obra escrita, una teorización de lo que son los derechos sexuales y reproductivos en su libro “Bajo la piel”, publicado en 2001 por el Programa de estudios de género de la UNMSM. Eran tiempos iniciales en la conceptualización de los derechos sobre la sexualidad y la reproducción que aún pugnan por encontrar un lugar en el derecho positivo como evolución de los derechos humanos.

giulia tamayo, fotografiada por alberto giuliani

Aún con Giulia fuera del país, la denuncia sobre las esterilizaciones a mujeres indígenas como política de estado siguió su curso; se rebuscó cifras, se rebatió el hecho de que estas mujeres no habían quedado estériles para siempre o que no se incurrió en dolo forzando su voluntad. El caso hizo la diferencia de puntos entre Humala y Keiko Fujimori en la segunda vuelta electoral en 2011.

En enero de este año, el fiscal Guzmán Baca, resolvía que la esterilización de más de 200,000 mujeres no era resultado de una política gubernamental por lo que los supuestos responsables políticos, Alberto Fujimori y los ex ministros de Salud, Aguinaga y Costa Bauer, quedaban absueltos. Esta resolución ha sido apelada.

activistas de alfombra roja, durante una acción en lima (foto tomada del blog de carmen ilizarbe)

Lo razonable es que aún en el caso de no castigar a culpables, mujeres esterilizadas o que sufrieron daños graves a su salud obtengan una reparación de parte del Estado. Y junto a la reparación civil; un caso masivo, tan grave, tiene que dejar una lección en la historia: nunca más discriminación, invisibilización, decidir por el Otro. Qué naturalizada está aún la decisión ajena sobre la sexualidad y la capacidad reproductiva de las mujeres y cuán hermanadas estamos, mujeres rurales y urbanas en este país, en un cuerpo sitiado por la violencia social y familiar. Un cuerpo de mujer cuya sangre extiende una alfombra roja cuando es pisoteada su voluntad. Una marea roja que se hace protesta en las calles y que hoy te llora, Giulia Tamayo.

acción de alfombra roja en la escalinata de palacio de justicia, en lima (foto tomada del fb de alfombra roja)


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